La capital portuguesa es hoy un museo a cielo abierto donde tradición y vanguardia conviven en paredes que respiran historia y rebeldía.

El recorrido puede comenzar en el Barrio de Mouraria, cuna del fado, donde el mural de Maria Severa –obra del colectivo GAU junto a artistas locales– rinde homenaje a la mítica cantante. Allí, el canto melancólico se transforma en pintura y conecta con la identidad lisboeta.

Muy cerca, en el Bairro Alto, las paredes se abren al trazo colorido de Vhils, el artista portugués más internacional. Su técnica de esculpir rostros en la pared, arrancando capas de cemento, convierte las fachadas en esculturas urbanas de una potencia casi arqueológica.

El itinerario continúa en LX Factory, un antiguo complejo industrial reconvertido en epicentro creativo. Aquí, murales monumentales de artistas como Shepard Fairey (Obey) o Pixel Pancho dialogan con cafés, librerías y estudios de diseño, marcando el pulso de la Lisboa contemporánea.

En el distrito de Marvila, un antiguo barrio fabril hoy en plena transformación, el arte callejero ocupa naves y descampados. Es un laboratorio vivo donde conviven obras efímeras y murales de gran escala, reflejando el espíritu cambiante de la ciudad.

Finalmente, en la Avenida Fontes Pereira de Melo, uno de los ejes más transitados, se alzan gigantescos murales que simbolizan la apertura de Lisboa al mundo. Rostros, símbolos y colores a gran formato dialogan con el tráfico diario y transforman la avenida en una galería inesperada.

Si sos amante de los libros y buscás experiencias diferentes en tus viajes, esta atracción es ideal para vos! Esta librería, cuyo nombre significa “Lee despacio”, está ubicada en el moderno complejo de LX Factory, en el barrio de Alcântara, y ha sido reconocida como una de las librerías más bonitas del mundo.

El edificio donde hoy funciona Ler Devagar fue, en el siglo XIX, una gran imprenta y fábrica textil. Tras décadas de abandono, en 2008 el lugar resurgió como un centro artístico, convirtiéndose en uno de los polos más creativos de Lisboa. Entre restaurantes, estudios de arte y bares, se instaló esta librería que rápidamente se volvió un ícono cultural de la ciudad.

Ler Devagar abrió sus puertas por primera vez en 1999 en el Bairro Alto, pero fue en LX Factory donde alcanzó fama internacional. Hoy es un espacio donde conviven más de 50.000 libros, vinilos, exposiciones de arte y hasta una cafetería-bar que invita a quedarse por horas.

Fundada en 1732 por Pedro Faure, este lugar sobrevivió a terremotos, reconstrucciones y hasta cambios de nombre, pero siempre mantuvo vivo su espíritu literario. Tras el gran terremoto de 1755, que arrasó con gran parte de la ciudad, la librería renació en 1773 en la Rua Garrett, en pleno barrio de Chiado, donde aún hoy se encuentra.

Al entrar, lo primero que llama la atención es su fachada cubierta de azulejos azules y blancos. Por dentro, el contraste entre la madera oscura, los arcos abovedados y los murales que cuentan su historia crean una atmósfera única. Aunque parece pequeña desde afuera, en realidad es un espacio amplio, lleno de salas conectadas entre sí, con secciones para todos los gustos: literatura infantil, rompecabezas, guías de viaje y, por supuesto, los clásicos de la literatura portuguesa.

A pesar de su importancia histórica, la librería mantiene un ambiente sereno y acogedor. No suele haber largas filas ni aglomeraciones, lo que la convierte en un verdadero refugio en medio de la animada Rua Garrett, rodeada de cafés emblemáticos como A Brasileira, el Elevador de Santa Justa o el Convento do Carmo.

Más que una simple librería, la Livraria Bertrand es una cápsula del tiempo, un espacio donde se mezcla la literatura y la historia portuguesa. Visitarla es una experiencia que combina turismo, literatura y arquitectura: un imperdible en tu recorrido por la capital portuguesa!

Lisboa ha hecho del muralismo parte de su identidad cultural y conserva en sus librerías antiguas, la tradición de leer en papel. Lisboa invita a caminar, observar sus fachadas y por que no, detenerse a leer tomando un café.